tr

Por qué conocer Cochiguaz

La ventaja que ofrece Cochiguaz a cualquiera que decida conocerlo es la facilidad con que puedes desconectarte del mundo y dedicarte a descansar. Si quieres, la desconexión puede ser automática.
Si no, siempre está la señal de teléfono satelital para quien quiera llamar, o una que otra conexión a internet para manejar los correos y no dejar de estar en contacto.

En cualquier caso, la sensación de aislamiento y conexión con la montaña, con la tierra en este valle, son absolutas.

Cochiguaz es un pequeño valle encajonado entre los cerros precordilleranos, a escasos minutos del ya clásico Valle del Elqui. Mientras cientos de miles disfrutan cada año las bellezas naturales del Elqui, este pequeño y escondido valle permanece relativamente perdido, arriba, burlando la mirada del observador poco agudo, sólo presente para unos cuantos que buscan la tranquilidad que no pueden encontrar en ninguna parte.

Lo primero son sus características. El modelo de pueblo del valle de Elqui requiere elementos básicos que se repiten: una calle principal, una pequeña plaza y una iglesia frente a ella. Así ha funcionado por siglos y así se mantiene. Pero Cochiguaz no posee ninguno de aquellos requisitos, no hay un “bienvenido a Cochiguaz”, no hay una señal, ni un centro específico, nada. Más bien responde a lo que podríamos llamar “comunidad”, un conjunto de personas vinculadas por medio de intereses comunes. En este caso, el interés es claro: disfrutar la vida con calma y conectarse con las energías del mundo.

Luego está aquel tema, las energías. Cómo sentirlas, cómo canalizarlas y cómo recuperarlas. En ese sentido, Cochiguaz es el lugar perfecto. En la mayoría de las cabañas que ofrecen alojamiento a turistas se realizan servicios como reiki, baños con tierra volcánica o aromáticos, terapias de fuegos de sanación, meditación, y mucho más. Miles de recetas alternativas para recuperar energía y quitarse el estrés de encima, producto del trabajo y el ritmo de vida en la ciudad. Experimenta estas terapias y notarás la diferencia.

Lo tercero es la belleza natural del lugar. Salir a cabalgar a través de los cerros, cruzando quebradas, observando cómo van apareciendo prados húmedas y verdes bajo el paisaje semiárido, impresiona a la vista, así como la gama de colores y texturas que cada cerro nos muestra en el camino.

Y por último, la fiesta nocturna del cielo en estos valles.

Decir que estamos bajo los cielos más limpios del mundo, a estas alturas parece una obviedad. Imagina ahora cómo debe verse de noche y prácticamente sin contaminación lumínica. El espectáculo es impagable: los cielos más limpios se transforman en los más oscuros y a la vez los más brillantes.

Todo eso en un pequeño valle escondido en la Región de Coquimbo, a unos 110 km de la ciudad de La Serena, que invita a dejar a un lado la vida diaria, sumergirse un rato, escapar y descansar .